miércoles, 8 de noviembre de 2006

Cedrics Training Hall - La Campaña del Recluta

CRÓNICAS DE ADEN - PARTE I

Los Gremlins son criaturas achatadas y deformes...

Las altas y gruesas paredes de ladrillo y piedra del Cedrics Training Hall, o el Gran Salón de Entrenamiento de Cedric, se recortaban contra el cielo de manera imponente, ocultando por completo el tranquilo paisaje costero que se abría amplio y luminoso hacia el norte y hacia el gran océano, y escondía los frondosos bosques de Talking Island, o La Isla Parlante, hacia el sur, hogar de origen de la raza de los hombres.

El encierro del Gran Salón lograba así preservar el espíritu espartano que se respiraba en cada galería, en cada arco y en cada columna del amplio recinto, ya que el propósito de dicho lugar no era otro que el de servir de punto de inicio para el largo camino de los varones y doncellas que buscaban el dominio de las armas y de las artes de batalla del Gran Reino de Aden.
Una serie de grandes antorchas contribuían a aumentar aun más el sofocante calor del lugar, cuyas paredes de piedra y hierro lucían antiguos escudos de armas. En el salón principal, un enorme fogón crepitaba en grandes llamaradas, las que iluminaban unos gruesos estandartes de color carmesí, que colgaban pesadamente de las paredes de piedra y que lucían una espada y unas alas de hierro, que formaban el Emblema de Armas de Aden. El cielo del edificio era un enorme y pesado enrejado de hierro, que servía como escape para el calor de la gran llama que le brindaba calor al interior del Gran Salón.

De pie sobre las calientes baldosas de piedra, un alumno de estatura mediana y pelo oscuro, cortado a la usanza militar de los antiguos legionarios, terminaba de ajustarse unos roídos guantes de cuero. El brillo sudoroso de su frente y cuello humedecía ligeramente los bordes de una simple cota de tela, la que le cubría el torso y la espalda. Su uniforme de alumno guerrero lo delataba como un principiante, aunque su postura firme y su actitud enérgica daban a entender que se estaba tomando en serio lo que estaba a punto de hacer. En su cinturón, una daga simple aguardaba envainada, mientras el joven intercambiaba una rústica espada de una mano a la otra, a manera de nervioso precalentamiento.

A unos cinco metros del alumno y arrastrándose sobre las piedras calientes, una grotesca criatura, de cabeza y manos increíblemente desproporcionadas, buscaba refugio en las sombras que proyectaban los muros. El Gremlin siseaba y gruñía con extraños y leves sonidos, mientras se movía y tanteaba, casi cegado por el brillo del sol del mediodía, que lograba colar algunos intensos rayos dentro del Gran Salón. Pese a su reducido tamaño, que apenas superaba las rodillas del alumno, la criatura inspiraba recelo en el joven, que comenzó a rodear al extraño ser lentamente, atento ante cualquier muestra de hostilidad.

Bastante se ha dicho acerca del origen de los Gremlins, pero siempre se llegó a la práctica conclusión de que eran "una afortunada y económica infestación del Gran Salón de Cedric, que permitía pulir sin demasiadas exigencias las primeras habilidades de los entusiastas alumnos guerreros". Así y todo, el joven alumno aguardaba, esperando que la criatura comenzara a comportarse tan mal como se veía. Al oír los pasos del alumno, el Gremlin se limitó a rascarse, gruñir y continuar su monótono itinerario, aprovechando de escarbar por aquí y por allá, en busca de algún insecto o reptil rastrero, que era extraído con dedos ágiles de entre las piedras y grietas del lugar.

Ante la indiferencia del pequeño monstruo, el alumno decidió acercarse unos pasos, con la espada tomada firmemente en la mano derecha, dirigida siempre al frente. Vio que el Gremlin reaccionaba lentamente, mirando al alumno de reojo, lo que no habría pasado de ser una insignificancia si no hubiera sido por un desagradable y repentino chillido de amenaza. El alumno guardó su distancia, mientras el Gremlin se olvidaba por un momento de la silueta borrosa que se le acercaba titubeante, pero que aun mantenía una inofensiva distancia. Por supuesto que el joven alumno sabía que a esa hora del día casi lo único que le quedaba al Gremlin como conexión con el mundo exterior era el olfato, y que el pequeño orco simplemente se conformaba con emitir un chillido de advertencia para alejar a lo que podría ser otro Gremlin compitiendo por la misma grieta y por las mismas babosas y alimañas que le servían de alimento.

A pesar de lo rústico del comportamiento del monstruo, el alumno comprendió que la malicia estaba impresa en la mirada torva y amarilla del pequeño depredador y que una vieja y malévola inteligencia aguardaba latente las horas de la noche para dar rienda suelta a las verdaderas capacidades vandálicas y dañinas del Gremlin. La criatura ahora saboreaba los fluidos amarillos de una jugosa cucaracha negra. Impaciente y un poco asqueado, el alumno decidió provocar una reacción, pinchando con la tosca espada la enorme cabeza del Gremlin, de la que sobresalían un par de cuernos chatos. La reacción del orco fue sorpresiva, aunque el desenlace final fue lo que los expectantes ancianos del Salón principal esperaban.

La furiosa criatura saltó chillando sobre el joven alumno, con las mandíbulas abiertas, las que dejaron ver unos dientes amarillentos y manchados de negro, que rebotaron en el filo de la espada, mientras las garras del duende rasguñaban las partes de cuero de la cota del aprendiz, a la altura del pecho y alcanzaban a incrustarse algunos milímetros en el cuero del guante izquierdo del aprendiz. Después de un par de certeros golpes y una hábil evasión por parte del sorprendido alumno, el Gremlin cayó al piso de piedra, deshaciéndose a los pocos segundos en una nube de vapor oscuro… Acercándose con cautela ante una de sus primeras victorias, el alumno recogió justo en el sitio donde antes había yacido el Gremlin, una gema azul, sobre la que se reflejaba en mil luces el fogón del Salón Principal.

- ¡Muy bien muchacho! A cambio de la gema, te voy a entregar estos “soulshots”, que duplican el poder de cada uno de los ataques de tu espada. Úsalos bien y hazte ver esa mano, que los Gremlins no son precisamente criaturas muy salubres, que digamos…

El anciano sacó desde su túnica un morral lleno de unas cápsulas cristalinas, las que emitían una leve luminosidad blanca y se las entregó al joven, quien aprovechaba el momento para beber desde una pequeña botella de grueso cristal un refrescante y largo sorbo de un fluido rojo claro, semejante a un buen zumo de frambuesas, pero que era conocido en todo Aden como “Poción Curativa”.

- Desde hoy serás conocido como MeisterFuchs y bien, que Einhasad guíe tus pasos y tus armas contra tus enemigos. El mundo es amplio y te aseguro que merece ser explorado y conquistado. Esperamos que seas uno de los que renueven las antiguas glorias de las que disfrutaba el Reino de Aden en nuestra lejana juventud y en la de nuestros antepasados. Anda, ve y lucha bien.

- Maestro, gracias. Siempre firme, digno y fiel.

El anciano sonrió ante la simpleza y la sencillez en la respuesta del alumno guerrero, a quien despidió con un ligero movimiento de su canosa cabeza. El muchacho entonces se alejó con una expresión de satisfacción en el rostro, trotando a través del salón, sujetando su equipo ligero y sus escasos enseres de campaña. Mientras cruzaba los amplios arcos de piedra hacia la salida bordeada de un césped ralo pero de un verde intenso, sus ojos demoraron algunos segundos en acostumbrarse al resplandor de un perfecto día de sol. Un ancho camino iba en dirección a un grueso puente de piedra negra, que transformaba el achatado promontorio sobre el que se erguía el Salón de Cedric en una península conectada al resto de la gran isla de Talking Island. El Reino de Aden comenzaba a mostrarse ante el alumno en toda su verde extensión.


4 comentarios:

  1. Muy bueno,describia muy bien el entorno,la situacion y las sensaciones del humano,ademas de describir feacientemente la forma del gremlin y su reaccion.

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  2. Muy bueno espero ver la proxima parte!!!

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  3. Ajem.... vamos a ver qué escribe un mago. XD

    a.

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  4. Bien, bien, bien....
    vamos a hacer que un mago escriba, entonces. Bueno, un aprendiz de alquimista.

    a.

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