viernes, 1 de diciembre de 2006

Elmore – “Sobre Economía, Gremios Comerciales y otros asuntos de Real Utilidad”

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I - II
CRÓNICAS DE ADEN - PARTE III
Buscar, planificar, evaluar, invertir, lucrar, tanto trabajar…

Las gruesas y curtidas manos del viejo Abenader sostenían un antiguo libro, en cuyas tapas se leía, en letras doradas, un título bastante inusual en aquellas tierras: “Sobre Economía, Gremios Comerciales y otros asuntos de Real Utilidad”.

El viejo enano estaba sentado entre un montón de blandos y coloridos cojines. Un denso y pesado cobertor de cuero lo cubría desde el prominente vientre hasta los pies. Todo el conjunto estaba sobre un alto camarote, que ya había soportado generaciones de antiguos mineros y que cobijaba en esta ocasión a quien era posiblemente su último ocupante, dada la antiguedad del armatoste. A poca distancia, una ingeniosa mesa de madera sostenía un brillante tintero negro. Una enorme pluma de hipógrifo se movía junto al rostro del viejo, quien se detenía de cuando en cuando para meditar en lo que escribía.

La rústica pero acogedora habitación estaba iluminada por una lámpara de aceite de aquellas que se utilizaban para alumbrar las profundas grietas en lo más hondo de las minas. Con mayor o menor frecuencia se recompensaba el esfuerzo de los mineros y sus búsquedas, cuando la luz mortecina de las lámparas de aceite se reflejaba alegremente en los destellos de las piedras preciosas y de los metales nobles que aguardaban en las entrañas de la tierra y que surgían como un valioso premio, listo para ser llevado a los talleres, fundiciones y herrerías del país.

Era pasada la medianoche y el trabajo del anciano escritor continuaba gracias al sabor de un jarrón de cerveza tibia, una pipa de fino tabaco y el calor que emanaba de una gran chimenea de piedra, que ubicada en el cómodo y amplio vestíbulo de la casa del enano, servía en los días de trabajo también como fundición.

Elmore era una tierra montañosa, surcada por profundos valles y coronada por imponentes cumbres de nieves eternas, las que fulguraban plateadas bajo el sol y el viento en los días despejados, mientras que en las noches de luna llena, lucían un plácido pero helado tono azul, que invitaba a los habitantes del país a buscar refugio en sus cálidas madrigueras o en las confortables casonas en el caso de la raza predominante, que era la de los fornidos y voluntariosos enanos. En una de esas casonas estaba sentado el viejo enano, escribiendo algunas últimas recomendaciones sobre el papel amarillento del antiguo libro.

La Villa de los Enanos era un conjunto alargado de casas y edificios asentados en la ladera de un gran promontorio, en lo alto de una sima conectada con el resto del país mediante resistentes puentes de madera. El material más notorio en la Villa era la madera, que había sido hábilmente cortada, tallada, pulida y barnizada, con lo que se lograban pintorescas terminaciones en cada edificio del lugar. El virtuosismo de los artesanos y talladores enanos naturalmente encontraba en el metal su más notable expresión, traduciéndose en faroles, enrejados y otros objetos metálicos, junto a varios ingenios que desafiaban la imaginación de los habitantes de las tierras circundantes, quienes relataban atemorizantes historias acerca de Guardianes de Portal que eran en realidad muñecos de madera vivientes, o también cuentos acerca de ruidosos ingenios mecánicos de diverso tamaño (y usualmente de actitud amenazante) que acompañaban a algunos exploradores enanos en sus incursiones y aventuras a lo largo y ancho del mundo.

El enano que a esas horas de la noche marchaba por el centro de la ancha avenida que surcaba Dwarven Village, ya había ganado su título de Artesano. Era también un guerrero de gran contextura, que llevaba una gruesa armadura pesada, de color granate, conocida en Aden como armadura Brigandine, que estaba ensamblada prolijamente en todas sus partes y que exhibía sencillos ornamentos entre sus uniones de cuero. El escudo, parte importante de la armadura y que colgaba de su espalda, estaba decorado con una hermosa panoplia dorada, y lucía el mismo color rojo que el peto, el yelmo y la cota inferior. En su mano derecha una gran hacha de guerra, una Tarbar, oscilaba con cada paso que el enano daba, lo que además justificaba el gran peso de un cofre gris sobre su hombro izquierdo. La carga que llevaba el artesano hacia que con cada paso se imprimieran profundas huellas en la nieve, que mostraban lo que había sido un ingreso no muy silencioso desde las montañas. Pisando con cuidado, y mirando nerviosamente a cada ventana, el enano hacía lo posible por evitar que los objetos del cofre tintinearan, o que su armadura chocara con su hacha, ya que a ningún enano le gusta ser despertado a la hora en la que deben recuperarse las fuerzas para el próximo día de trabajo.

La luz proveniente de una de las pequeñas ventanas le indicó el camino a seguir y el rostro bondadoso del anciano al abrir la puerta fue la conclusión de un largo viaje, emprendido hace ya meses. – ¡Muchacho, que bueno verte al fin, sano y salvo!- dijo en voz baja el viejo, mientras le daba una sonora palmada al recién llegado sobre una de las grandes y redondas hombreras de la armadura. – Por el ruido que hacías, habría jurado que una caravana entera de mercaderes venía llegando a nuestra Villa y a juzgar por tu armadura, puedo pensar que te ha ido más que bien…!-. Añadió el viejo con un guiño, antes de cerrar silenciosamente la puerta. MeisterThorin Hachafranca dejó entonces el cofre gris en el piso, colgó la enorme hacha en la pared del vestíbulo y abrazó al viejo, para después exclamar entre resoplidos de fatiga: - ¡Abenader, viejo holgazán! Mientras caminaba hacia aquí te imaginaba escribiendo sobre ese viejo libro que veo allá en tu estudio (algunos enanos estudiosos contaban con un estudio) y no me equivoqué cuando supuse que te sorprendería haciendo lo mismo que hacías cuando partí, en los meses de verano.- Un gran jarrón de espumosa cerveza apareció frente al enrojecido rostro de MeisterThorin, quien se sirvió en pocos segundos el contenido completo del reconstituyente brebaje.

Una vez acomodados en unas sillas de hierro forjado y acompañándose con un modesto tentempié de hogazas de pan, queso, algo de jamón y la infaltable cerveza, MeisterThorin comenzó una preocupante descripción de su viaje, en la que relataba desagradables encuentros con hechiceros orgullosos, engreídos y petulantes, violencia y peleas sin motivo a la salida de varias ciudades, arqueros traicioneros que tiraban a matar y caballeros sin honor ni nobleza, personajes que hacían del mundo un lugar aun más difícil de recorrer. – La primera vez que ví la cobardía de uno de esos magos (que sus hechizos siempre salgan fallidos), fue cuando ayudaba a un grupo de lobos que acosaban a una guerrera malherida, lo que me hizo hervir la sangre. ¡El mago sanaba a las fieras, en vez de ayudar a la dama en apuros! - Decía con los ojos bien abiertos, gesticulando con las manos. – Por supuesto no pude hacer nada y la pobre joven cayó derrotada. Ese día subí el precio de los spiritshots, esperando atenuar así el daño que algunos de esos infames le hacen a sus semejantes…-. Abenader escuchaba en silencio, bebiendo la cerveza en pequeños sorbos, mientras empezaba a preparar el tabaco y su pipa. - Además, lo que se ha vuelto una triste costumbre es el desafío absurdo y la ofensa sin razón.- continuaba MeisterThorin. – Puedes estar a punto de montar una tienda en alguna villa y ves que llega un petulante cualquiera, que supongo, serán por lo general muchachos que solo basan su prestigio en el daño que le hacen a los demás, y entonces sin motivo te desafían a luchar, y si no accedes, más encima te insultan, con lo que reducen el mundo a una gran jaula de goblins o algo peor, en donde el más oportunista y cobarde casi siempre gana… Gracias a Maphr por habernos concedido el arte de la mecánica, ya que mi Golem ha resultado ser bastante disuasivo...-. El semblante de Abenader, el viejo enano escritor, se iba oscureciendo con cada palabra de MeisterThorin, hasta que de pronto se levantó de su asiento, y fue hacia un gran estante cerrado, que en otro lugar habría parecido un ropero, pero que en aquella fundición-vestíbulo hacía las veces de pequeña bodega.

Abenader sacó entonces un pesado objeto cubierto con una gruesa tela negra y lo dejó sobre la mesa, junto al pan y la comida, que ya comenzaba a terminarse. Al desenvolver la tela, el brillo de otra Tarbar, iluminó los ojos de ambos enanos. – El mundo se ha convertido en un lugar loco y cruel, muchacho.- dijo el viejo. – Supongo que es una buena oportunidad para probar como funciona la economía en tiempos de guerra y por cierto, también es una buena oportunidad para heredarte esto, que ahora te corresponde terminar…-. Abenader entonces fue a su habitación en busca del libro en el que había estado trabajando y lo abrió junto a su viejo camarada. – Te corresponden los capítulos finales, dedicados a la manufactura y al comercio en tiempos de guerra. Yo ya terminé los que describen una vida normal, cazando animales y enemigos como orcos, goblins y hombres lobo, pero dada la oportunidad, creo que sería bueno que lo continúes y termines tú.-. MeisterThorin se puso entonces de pié, examinando las páginas prolijamente escritas y decoradas con runas, al estilo de los enanos, y dijo: - Es una buena oportunidad para esto que propones, viejo. Han aparecido cosas nuevas y objetos como manuscritos para encantar armas y armaduras, incluso para imprimir habilidades mágicas sobre las armas, así que hay bastante conocimiento que se puede añadir para terminar este libro, legando así un manual que debiera servirle a cualquier enano inteligente para progresar en sus bienes y su dinero.-. Las páginas pasaban una a una, mostrando además el brillo de ilustraciones mágicas, que se movían ligeramente durante algunos segundos, ayudando así a describir cada escena.

Abenader entonces fue al otro lado de la habitación y volvió con un cofre, más grande y extrañamente más alto que el que había traído MeisterThorin y sacó de dentro una armadura Mithril completa, junto a un alto escudo Hoplon, que completaba el conjunto de artificios de guerra que el viejo guardaba desde su juventud. – Te diré que no alcancé a practicar mucho las tretas de la batalla, pero veo que esta es una excelente oportunidad para retomar el entrenamiento. ¡Ah! Por cierto, se me olvidaba. Vamos a llevar esto también, en caso de que lo necesitemos.-. De un rincón detrás del camarote, Abenader arrastró una larga y pesadísima caja de madera. Al abrirla, sacó un par de enormes War Pikes o Picas de Guerra, que eran en concreto, un enorme martillo con una punta de acero perpendicular en su extremo superior. Se tomaba con ambas manos y servía para eliminar a varios enemigos de un solo golpe. Le entregó una a MeisterThorin, quien gratamente sorprendido la dejó junto a su hacha Tarbar, que colgaba de la pared.

- Pues bien, creo que con eso estaríamos. Mañana es día de viaje y como tal, va a exigir bastantes energías, así que ¡a descansar!.-. Dijo el viejo enano mientras se dirigía a su habitación. – ¡Buenas noches viejo! Y gracias por el privilegio de terminar tu manual. Voy a ordenar los trastos, para salir así sin preocupaciones, temprano en la mañana.-.

Al día siguiente, ambos enanos salieron armados, con sus mandobles y escudos en la espalda, cargando sus armas y víveres, más una buena provisión de tinta, plumas para escribir y por supuesto, un par de odres de cerveza, para el calor de la larga marcha que tenían por delante.


FIN PARTE III

PRÓXIMAMENTE PARTE IV

4 comentarios:

  1. loco-.. muy buena historia, excelente la narracion, y muy bien descripta el entorno y el comportamiento de los personajes... >estas para escribir un libro, man!!..

    saludo...una PR, llamado FuckOff in game, lider del clan BloodRain!! Morpg, ares!!

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  2. Gracias Man!! Que bueno que estén gustando estas pequeñas historias. La verdad es que soy fan, tanto de la literatura fantástica de C. S. Lewis y J.R.R. Tolkien, como del Lineage, así que espero que esto vaya creciendo, tanto en cantidad como en calidad.

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  3. La verdad q me encnato lo q escribiste , yo en parte siento q se perdio la mistica del Rol InGame y por eso pienso q es bueno q personas, como lo haces vos, mantengan esa llama encendida.
    Gracias por alimentar mi alma rolera con estos relatos.

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  4. Estupendo magnifico impresionante eres un jugador muy detallista por los escenarios y te justa tolkien y lewis io tengo 13 años y me toy terminando de leer las cronicas de narnia me faltan 2 libros y termino la saga te quedo muy bueno sigue haci men

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Saludos y gracias por dejar tu comentario!! ^_^